LA ACTUALIDAD DE LA EMPRESA FAMILIAR

LA ACTUALIDAD DE LA EMPRESA FAMILIAR

Los comienzos de una empresa familiar

Feb 12, 2020 | Área Empresas, Sin categoría

Enrique Sánchez tiene 66 años, es gerente de Conservas Sánchez además de responsable comercial y de operaciones.

En una perfecta tarde de verano Enrique se para a reflexionar, lo hace muy a menudo últimamente, a lo mejor porque sabe que se acerca el momento de su retiro aunque le cuesta dar el paso. 

Quizá sea porque no ve a nadie capaz al 100% de tomar las riendas, quizá porque le cuesta pensar en su vida sin la empresa en la que lleva trabajando 50 años.

Cuando reflexiona sobre el futuro tiende a pensar en los comienzos de la empresa e intenta adivinar qué harían sus padres si estuvieran en la situación en la que él se encuentra ahora.

Cómo comenzó todo

Su padre Enrique y su madre Amparo fueron quienes vieron la necesidad de hacer algo distinto. Vivían en una pequeña localidad costera del sur de España y tenían las dificultades propias de la época para subsistir.

Era 1961 cuando, por necesidad y casi sin darse cuenta, empezaba el negocio familiar. En la cocina de la casa de los Sánchez, Amparo preparaba botes de conservas de pescado. Enrique por su parte, salía todas las mañanas a venderlas al mercado.  

Conocían bien los métodos tradicionales de conserva y sabían de la calidad del producto.. No sabían de mercados ni de competencia, ni de operaciones, ni de estrategia pero tenían lo más importante: la mentalidad adecuada, una constancia increíble y muchísima ilusión.

Gracias a las buenas dotes comerciales de Enrique y a la buena calidad del producto, la cocina de los sánchez se quedó pronto pequeña, y en el salón no cabían ya tantos botes, cajas y garrafas de aceite.

Con los ahorros que habían conseguido generar, decidieron comprar un pequeña local propiedad de un tío de Amparo.

Aquello empezaba a parecerse a un negocio. La dedicación era total, encontraron mil dificultades y las fueron enfrentando una a una con ilusión y trabajo duro. A veces conseguían superarlas, a veces no, pero poco a poco fueron encontrando su camino.

El primer cambio fue tomar la decisión de arrancar mientras criaban a sus dos hijos. Al cabo de unos pocos años otra decisión les esperaba: podían seguir creciendo y querían hacerlo pero necesitaban más gente. Debían pasar de emprendedores a empresarios.

Enrique hijo se imagina a su padre y su madre en el salón de su casa valorando los pros y los contras, hablando del futuro que querían para su familia y tratando de decidir por la mejor opción.

Ellos no lo sabían pero tenían lo que ahora llamamos “ventajas competitivas” muy importantes, se movían en un mercado con muy poca competencia y su producto era de excelente calidad. De todas formas debían tener buen olfato empresarial porque tomaron la decisión de tirarse a la piscina una vez más. 

Y fue la decisión correcta.

Se decidieron por invertir una parte importante de los beneficios y apostar por el crecimiento de la empresa.

La etapa de crecimiento

Enrique hijo empezó muy pronto a trabajar en la empresa de sus padres y al poco tiempo le siguió su hermano Adolfo.

Guarda muy buenos recuerdos de aquella época, sus padres se preocuparon de exponerle a todos los detalles de la empresa, trabajó preparando latas de conserva, acompañaba a sus padres a comprar el pescado y a negociar con proveedores, de transportista entregando los pedidos… Los fines de semana revisaba las cuentas en el mismo salón de la casa familiar donde sus padres habían tomado la decisión de construir una empresa familiar.

Y no solo aprendió cómo llevar la empresa, también forjó sus valores esenciales: dedicación, constancia, amor por el trabajo bien hecho, prudencia y capacidad de decisión.

Los pedidos aumentaban y pronto tuvieron que moverse a un local más grande fuera del pueblo. Cada año incorporaban a más personas a la empresa. Todo iba viento en popa.

Los hijos Enrique y Adolfo crecieron, se casaron y empezaron a formar su propia familia. Llegó un momento en que los padres, Enrique y Amparo, vieron cumplido su sueño y tomaron la decisión de retirarse.

Las relaciones entre Enrique, Adolfo y sus respectivas esposas era muy fluida y no hubo problemas a la hora de decidir cómo se iba a estructurar la empresa familiar para afrontar la siguiente etapa.

Aunque eso ya es otra historia que desvelaremos en la siguiente entrega sobre la familia Sánchez.

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