¡Se acabó la crisis! Pero ojo, lo que viene puede ser peor si no sabemos enfocar nuestro esfuerzo. En un entorno empresarial prácticamente devastado hay que volver a cambiar, del modo crisis al modo reconstrucción.

Durante los últimos años hemos visto empresas que supieron y pudieron reinventarse, por diversas circunstancias y méritos propios: recursos remanentes, gestión profesional acertada, internacionalización, diversificación y ajustes de índole variada.

Pero la realidad es que hay un grueso de pequeña empresa que se ha dedicado a sobrevivir, a resistir con recursos muy limitados, deuda, caída de ventas, recortes de sueldos y de personal, etc… Muchos han caído por el camino, pero hay un buen grupo de supervivientes que han llegado o están llegando a la orilla, maltrechos y magullados, pero vivos.

¿Y AHORA QUÉ?

Ahora todos hablan de recuperación, de buenas o muy buenas previsiones de crecimiento económico, de fluidez del crédito, de un futuro esperanzador… Pero la realidad es muy distinta para este rosario de pequeñas empresas que sobrevivieron tras el naufragio, muchas de ellas de carácter familiar, y que, gracias a la entrega y al sacrificio de la familia y de su mayor o menor patrimonio han podido vivir para contarlo.

Pues ahora toca empezar de nuevo o casi de nuevo. Hay que reunir las fuerzas que quedan y enfocarse hacia un futuro que en muchos casos hay que volver a elegir.

¿Somos conscientes de la importancia que tiene este tejido de pequeñas empresas familiares para el desarrollo de nuestro entorno más próximo?

Está muy bien y apoyamos con hechos todo el esfuerzo que se hace para impulsar el nuevo emprendimiento, pero hay que hacer un esfuerzo muy especial por revitalizar a esas pequeñas empresas familiares que han logrado atravesar el desierto de la crisis, y aunque con pocos recursos, guardan la huella de una experiencia imborrable e impagable.

A esas personas y empresas queremos ofrecer todo nuestro apoyo porque siguen siendo los pilares sobre los que reconstruir un futuro mejor para las generaciones que vienen.

Ante un mundo cada vez más globalizado también queremos apostar por el desarrollo de nuestro entorno local ayudando a nuestros pequeños empresarios familiares a gestionar su transformación, para que vuelvan a ser lo que siempre fueron: los cimientos de nuestro bienestar.