Todos los padres queremos lo mejor para nuestros hijos, todos desearíamos evitarles los malos tragos que nos tocó pasar a nosotros, tanto les queremos que podemos llegar a castrar su personalidad.
Porque les evitamos el dolor que los hace fuertes, la disciplina que templa el carácter, o le cubrimos sus necesidades sin permitirles luchar por ellas.
De esto saben más los psicólogos que yo, pero yo puedo ver los efectos de estas conductas en la empresa familiar y tomo conciencia de las consecuencias a largo plazo de mantener el proteccionismo más allá de la tierna infancia.
HJK es un empresario de éxito, su pyme del sector de la construcción ha superado la crisis gracias a tener una situación saneada financieramente y a su independencia de los bancos, ha podido suplir su falta de ventas y capear el temporal.
Pero HJK quiere retirarse, jubilarse y dedicarse a disfrutar de su madurez.
No en todas las empresas familiares el fundador acepta de buen grado abandonar el barco y ceder el poder y responsabilidad a las generaciones venideras… De hecho suele ser usual la queja de muchos hijos que sienten que nunca les llegará el turno a ellos.
Para proteger a sus vástagos HJK ha asignado a sus tres hijos un salario por encime del de mercado, desvinculado del desempeño profesional y los ha mantenido, los salarios, incluso durante la crisis, época donde todas las empresas han ajustado sus costes e incrementado las horas de trabajo sin remuneración. Además, ha establecido una serie de medidas de conciliación.
Cuando salía de la reunión que mantuvimos hace unas semanas, con la familia empresaria, tratando de comprender y analizar la situación para proponer y diseñar medidas que convulsionaran la conciencia de todos ellos, la metáfora era clara: Aunque los chicos tiene de 34 a 40 años, aún no han salido del vientre materno. Es verdad que viven con sus parejas en casas independientes y aparentemente tienen vida propia, pero no son “independientes”, están anestesiados por el confort y la comodidad.
Sus hijos no conocen la potencia de sus alas…
HJK tendrá que esperar a que sus herederos realicen el “destete” y tomen conciencia de sí mismos para cederles el mando ejecutivo. Este es nuestro reto como consultores, entrar en la profundidad de la situación y resorverla desde dentro para que familia y empresa maduren y aporten el valor que les corresponde a la comunidad.
Este es un claro ejemplo donde hemos necesitado el apoyo de un mediador Coach experto familiar, que facilite la comunicación en reuniones familiares, apoye en sesiones individuales a las personas y aporte recursos que han permitido al equipo familiar relacionarse desde una posición más madura.
Autora: Auxiliadora de Cárdenas, consultora en Japón Matarí.