Babel significa confusión.
Cuenta el mito que el proyecto más ambicioso de la antigüedad quedó interrumpido “simplemente” dificultando la comunicación.
Cuando hablamos de la primera generación de una empresa familiar, la visión y los objetivos no se manifiestan mucho más allá de la mente del fundador, para convertirse luego en instrucciones concretas a subordinados. Sin embargo, en el momento de la puesta en escena de las generaciones siguientes, el proceso de la comunicación adquiere una importancia vital.
Como especialistas en empresa familiar, nos hemos sentado en muchas ocasiones con familias empresarias que reconocían abiertamente, con sinceridad, vergüenza y arrepentimiento, que nunca habían tenido un ejercicio de comunicación entorno a su proyecto familia-empresa expresando sus inquietudes, opiniones y visiones de manera abierta, sincera y ordenada.
¿Cuántos pisos de la mítica torre podrían elevarse si no funcionase una correcta comunicación?
Las estadísticas dicen que muy pocas empresas familiares llegan al segundo, y menos aún a un tercero: una de cada diez. Pero también dicen que, si llegamos a ese punto, son muchas las que perduran a partir de ahí, dando solidez a un proyecto multigeneracional.
Tenemos pues en la comunicación un cuello de botella, un elemento crítico para la supervivencia y la continuidad, dificultado por razones muy diversas:
- La inercia y la falta de responsabilidad.
- La cultura del ordeno y mando.
- El orgullo y la pereza.
- La falta de formación.
- Los objetivos ocultos o particulares.
- Ocultar la propia incompetencia.
- Falta de generosidad en el esfuerzo.
- La falta de reconocimiento al esfuerzo y al talento.
- Querer llegar muy lejos demasiado rápido.
- Tener los mismos objetivos, pero distintas velocidades.
- La desconfianza.
13 claves para una buena comunicación en la empresa familiar
- La generosidad y la verdad.
- La justicia y la libertad.
- La información precisa, clara y a tiempo.
- Pedir perdón y saber perdonar. No existe un desatascador más potente.
- La formación y la racionalidad. Van unidas. La formación es lo que permite canalizar emociones adecuadamente.
- Tener normas y códigos formales adaptados a nuestros valores. Para unos temas será interesante no tener límites, pero en las relaciones entre personas, los límites hay que conocerlos y respetarlos. Si no, se acaba destruyendo la confianza y a partir de ahí poco más se puede hacer.
- No tener miedo a los conflictos y asumirlos como un elemento de crecimiento en las relaciones. Un buen dialogo obra milagros.
- QUIÉN, QUÉ, CÓMO Y CUÁNDO: Diseñar, organizar e implementar órganos y foros adecuados para cada debate y cada decisión. No se puede hablar de cualquier cosa en cualquier momento y de cualquier manera. Hay que ordenar la comunicación. No es más que aclarar en cada caso aquello del emisor, código, mensaje, canal y receptor.
- El entrenamiento. La buena comunicación es una habilidad, y como tal hay que practicarla. Si no entrenamos, el día del partido de verdad perderemos con todas sus consecuencias.
- Tener y saber de qué hablar. En una familia empresaria se puede hablar de todo (obviamente) pero hay temas imprescindibles y prioritarios: la empresa, el futuro, la formación, el patrimonio, los planes, la sucesión, …
- Anticiparnos a los problemas. Sabemos por dónde van a llegar los conflictos y tenemos la posibilidad de prevenir sus efectos negativos. Hablemos de ello ahora que la situación de estrés no es más que un punto en el horizonte.
- Comunicar hacia abajo, pero comunicar mucho hacia arriba. Cuando la comunicación de subordinados a jefes y de hijos a padres funciona bien, todo suele funcionar bien.
- Afecto, cariño y mucha paciencia.
Pensemos en la comunicación como una herramienta fundamental para construir unidad y compromiso y para aprender a resolver conflictos.
¿Llamamos a todo esto Protocolo de empresa familiar?
Al fin y al cabo, no es más que un entrenamiento serio, con un tema de conversación de fondo (familia y empresa) para que el día de mañana los conflictos que vengan se resuelvan dialogando.
El nombre es lo de menos, lo importante es ponerse manos a la obra para que la Empresa y la Familia se consoliden y no haya que abandonar el proyecto antes de tiempo, “simplemente” porque no nos entendimos como ocurrió en la Torre de Babel.
¿Hablamos?
Dirección en Japón Matarí