¿Qué es primero, el puesto en la organización o la persona que lo desempeña? Cuando las familias empresarias afrontan un cambio generacional, sobre todo el primero de la empresa, deben tener muy clara la respuesta a esta pregunta.
La segunda generación en la empresa familiar entra con un objetivo: Crecer. Esa es su prioridad sobre todas las demás, que podrían ser estabilización, control, organización, rentabilidad… Sin embargo, hay que tener en cuenta que crecer también implica financiación, riesgo, capacidad, estructura, paz…
Es en este momento cuando las familias empresarias se encuentran con uno de los principales problemas, que es la organización interna. ¿Estamos organizados internamente para poder afrontar un crecimiento? ¿Tenemos definidas nuestras tareas? ¿Tenemos a las personas adecuadas para ello? ¿Están los procesos entre departamentos definidos? Una serie de preguntas sin respuesta porque hasta ahora había un líder claro que proponía, asignaba y controlaba todas estas líneas de acción, con una estabilidad en la que incluso no se pretendía crecer.
Entre todas estas cuestiones, quizás la más delicada sea: ¿Tenemos a las personas adecuadas? Al plantear esta pregunta nos encontramos con un problema que es más personal que empresarial, nos damos cuenta que en la organización ya hay personas que no son productivas y les cuesta mucho adaptarse a nuevos cambios.
La solución fácil sería reemplazar a estas personas, esta opción es viable y de hecho ocurre con frecuencia en empresas con un tamaño ya considerable. Pero en las empresas familiares es muy distinto, esa persona que ya “no te vale” para el modelo de negocio que tienes en mente es una persona que lleva toda su vida en la organización, que ha permanecido en los mejores y en los peores momentos, que se ha sacrificado junto a la primera generación, y que ha sido un apoyo fundamental en las crisis por las cuales toda empresa pasa. O incluso se da el caso que esta persona es un componente de dicha segunda generación, por lo que el problema se agrava aún más.
Por ello, tenemos que partir de la idea de que todo el mundo es aprovechable, e intentar en la reorganización de departamentos y funciones asignar el puesto adecuado para que estas personas puedan seguir aportando toda su experiencia. Pero sobre todo, tenemos que detectar cuál ha sido el problema fundamental por el que se ha llegado a este punto. Y esto tiene una respuesta muy fácil, que es la preocupación por formar y estar en continua adaptación de las personas y procesos de tu empresa, si hemos llegado a tener este problema es porque a estas personas no se le ha ido adaptando a los cambios, ni los procesos ni funciones, y por supuesto no se le ha ido formando adecuadamente.
¿Y tú? ¿Estás preocupándote de formar a tu equipo e ir adaptando tu empresa a los cambios?
Financiero & Comercial en Japón Matarí
