La existencia de un tejido empresarial soportado en micro, pequeñas y medianas empresas, gran parte de ellas con forma societaria y de carácter familiar, plantea el problema de la libre entrada y salida de los socios de la empresa y, por tanto, del ejercicio del derecho individual del socio a pertenecer a la sociedad, particularmente cuando ésta procede del simple hecho de herencia. Este problema es bien conocido y polémico en el derecho societario.

Cuando una persona inicia una actividad empresarial, no suele imaginar escenarios de crisis económica y mucho menos situaciones dominadas por la falta de entendimiento con sus socios, que puedan llegar a desembocar en la separación de alguno de ellos originando un conflicto societario. Sin embargo, a lo largo de la vida de una empresa pueden darse circunstancias que fomenten una modificación de la estructura de socios. Dicha modificación puede verse en los supuestos de compraventa de participaciones sociales, o incluso en una ampliación de capital. Sin embargo, también puede darse la situación de que un socio decida voluntariamente que ha llegado el fin de su condición de socio.

El origen del conflicto que lleva a la decisión de la separación en la empresa familiar puede ser diverso:una mala relación familiar, o diferencias de negocio. El problema es que a veces se mezcla todo, e incluso a veces hay patrimonio compartido, herencias conflictivas, cuestiones personales…
Una mala relación personal, deriva en una falta de planificación de la sucesión de la empresa familiar y en una falta de comunicación entre los socios. Normalmente donde se genera más tensión es en los relevos generacionales.

Para evitar los conflictos en la empresa familiar se hace imprescindible una buena planificación.  Generar un diálogo y un consenso, a veces con ayuda de un asesoramiento independiente. Es recomendable crear un protocolo familiar donde se regulen las relaciones de empresa y familia, priorizando siempre la continuidad de la empresa. Si no hay una sucesión clara, una posible alternativa es planificar una venta de la compañía, pero mejor sin conflicto.

La separación de un socio familiar de la empresa es un momento clave que encierra matices complejos y, en muchos casos, se ha demostrado que determina y condiciona el futuro de los negocios y de la familia. La voluntad o el derecho de separación no siempre tiene su origen en discrepancias, a veces también es frecuente con motivo del reparto de patrimonio o la falta de afectación a la empresa por parte ramas familiares que no están en la gestión.

¿Qué es el derecho de separación del socio?

El derecho de separación se articula con un mecanismo de protección a los socios de una sociedad ante la modificación de los parámetros básicos de actividad de la propia sociedad, o bien, ante circunstancias que generan en el socio la idea de que su posición como socio ya no está justificada y en consecuencia desea finalizar su relación como socio.

Este derecho viene recogido en la Ley de Sociedades de Capital, concretamente en los artículos 346 a 349. En la práctica, conforme más adelante veremos, el derecho de separación favorece una marcha del socio mediante la adquisición de sus participaciones sociales con una posterior reducción de capital, o bien, mediante la tenencia de las participaciones del socio separado en autocartera.

En el caso de la separación por causa legal, si no hay acuerdo se ha de designar un experto independiente por el Registro Mercantil, quien será el encargado de fijar el “valor razonable” de las participaciones. El Plan General Contable y los tribunales han aceptado como válido el sistema de descuento de flujos de caja para valorar empresas en funcionamiento, que se puede utilizar en combinación con otros métodos, según sea el caso. En caso de separación pactada, se trata de que cada parte realice su propia valoración, y se llegue a un acuerdo de precio y forma de pago satisfactorio para ambas partes.

Para Josep Tápies, profesor de Dirección Estratégica de la escuela de negocios IESE, “el conflicto es inherente al ser humano, y si son hermanos, más“. Y recomienda que antes incluso de elaborar un protocolo empresarial se le pida a la gente un esfuerzo por conocerse a sí mismos y pensar a largo plazo. “Si eso va a ser o no estable, porque la empresa debe estar por encima de las personalidades, y esto tan sencillo muchas empresas familiares no lo entienden“, dice. “La gestión depende en gran medida de la profesionalización de la empresa y de las normas que se haya dado a sí misma la familia para su administración“, añade Javier Quintana, director general del Instituto de la Empresa Familiar (IEF).

En todo caso, el profesor del IESE comenta que la separación de los hermanos es “la solución menos mala”. “Mejor venderlo y trocearlo para que la familia siga unida, porque los negocios nacen y mueren. Las familias no mueren, o al menos no deberían”, añade.

En cualquier caso, la situación ideal es poder organizar la empresa, profesionalizarla y planificar cualquier tipo de situación para evitar conflictos innecesarios. En el caso de que ocurran, es importante contar con un buen asesor externo que ayude a la empresa a gestionar la situación buscando el fin más favorable para la familia y el devenir de la compañía.

La mediación en el conflicto es clave. Muchas veces, en la empresa familiar no existe una separación clara entre los asuntos familiares y los de las empresa. Por ello, ante conflictos en la empresa familiar, suele necesitarse la figura de un mediador experimentado.

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Fuentes:
(1) Letslaw
(2) Garrigues
(3) ElPais