LA ACTUALIDAD DE LA EMPRESA FAMILIAR

LA ACTUALIDAD DE LA EMPRESA FAMILIAR

La Gestión del Tiempo en la Empresa Familiar: Productividad

Sep 11, 2025 | Área Empredimiento, Gobernanza

 

 

Una de las frases más repetidas en el ámbito profesional es “no tenemos tiempo”.

En las empresas familiares, esta sensación se intensifica: reuniones que se alargan, decisiones urgentes que desplazan las importantes, tareas operativas que absorben la jornada y, al mismo tiempo, la necesidad de atender a la familia.

Sin embargo, todos contamos con las mismas 24 horas diarias. La diferencia entre quienes logran avanzar y quienes se sienten atrapados en la rutina no está en el tiempo disponible, sino en cómo lo gestionan.

Aprender a administrar el tiempo de manera eficiente es una de las claves para reducir tensiones, mantener la armonía y garantizar la sostenibilidad del proyecto común.

 

El valor del tiempo en la empresa familiar

Desde una edad temprana, tenemos la falsa creencia de que el tiempo es un recurso ilimitado y sin valor, cuando en realidad es el recurso más valioso que tenemos: es finito, no se recupera y su buena gestión es fundamental para la salud, la felicidad y la consecución de metas.

Esa percepción se traslada al ámbito empresarial donde el manejo del tiempo es el principal pilar de la productividad y de la efectividad en los negocios. Es necesario dibujar un proceso de planificación de las horas, que tenga como objetivo aumentar el rendimiento y la eficiencia de los trabajadores.

Una verdadera metodología que ayude a planificar procesos y tareas dentro de un equipo además de identificar prioridades.

Una familia empresaria que dedica encuentros periódicos y bien estructurados a hablar de estrategia asegura que las decisiones se tomen con anticipación, evitando que se conviertan en urgencias que colapsan la agenda.

 

Productividad en la empresa familiar: estar ocupado no es suficiente

La definición: ladrones del tiempo, se refieres a todos esos elementos y actividades, internas y externas, que hacen que no seamos todo lo productivos que podríamos ser en nuestro trabajo. Se trata de aquellas pequeñas interrupciones  que nos distraen de la tarea principal que se está realizando, desenfocándonos del trabajo realmente importante.

En la empresa familiar, esto se traduce en jornadas repletas de gestiones operativas, llamadas, incidencias, pequeños problemas diarios, que dejan poco espacio para reflexionar sobre la dirección del negocio.

La buena noticia es que es  sencillo identificar a estos ladrones de tiempo. Tan solo debemos hacer una análisis crítica de nuestra jornada de trabajo e identificar todas aquellas pautas de comportamiento que nos rodean.

Si sabemos dónde perdemos el tiempo será más fácil subsanar la situación.

La clave está en distinguir lo urgente de lo estratégico. Dedicar tiempo a lo segundo genera un retorno mucho mayor: definir un plan de crecimiento, diseñar un protocolo familiar o crear órganos de gobierno sólidos.

 

Equilibrio entre negocio y familia: tiempo de calidad para ambos

Existe una creencia muy arraigada: primero cumplir con las obligaciones y, después, si sobra tiempo, dedicarlo a la familia o al disfrute.

En la empresa familiar, este enfoque puede ser contraproducente.

Cuando en la empresa familiar se posponen de manera habitual las tareas menos atractivas, el problema no desaparece, sino que se agrava afectando al clima interno: genera tensión, aumenta la sensación de carga y puede derivar en conflictos entre generaciones o áreas del negocio. Ser firmes con los compromisos y cumplir con lo acordado aligera la gestión diaria y un transmite un mensaje de responsabilidad y coherencia dentro de la organización.

Reservar espacios de calidad para el diálogo familiar, las actividades compartidas y la conexión personal fortalecer el vínculo y refuerza el proyecto común a través de la cohesión entre generaciones.

 

Planificación en la empresa familiar: flexibilidad

En la empresa familiar, al estimar el tiempo necesario para completar una tarea o un proyecto, el exceso de optimismo suele acabar en frustración. Es común confiar en que todo se resolverá con rapidez, pero la realidad demuestra lo contrario: los plazos se alargan, las expectativas se incumplen y la decepción pesa tanto en la familia como en la organización.

Este fenómeno no es casual, responde a un sesgo que afecta a nuestra manera de planificar. Como consecuencia, resulta complejo calcular de forma realista el tiempo que se dedicará a una tarea, incluso cuando sabemos que esta capacidad es esencial para gestionar bien el negocio.

¿Por qué ocurre? Porque solemos sobreestimar nuestra preparación y subestimar los imprevistos. Así, con cada nuevo proyecto asumido, parece que confiamos más en nuestra organización, aunque la experiencia nos demuestre lo contrario. En la empresa familiar, este error puede tener un impacto doble: retrasar decisiones críticas para el negocio y generar tensiones dentro del núcleo familiar.

Es importante tomar conciencia de cómo se emplea el tiempo

En la empresa familiar, el tiempo es un recurso irreemplazable: no se acumula, no se pospone y no admite segundas oportunidades. Su correcta gestión exige reconocerlo como un activo estratégico, distinguir con rigor lo esencial de lo accesorio y mantener un equilibrio entre las exigencias profesionales y las dinámicas familiares.

Al final, no se trata de extender la jornada ni de añadir más tareas, sino de organizar el tiempo con criterio y método. En este contexto, gestionar bien el tiempo significa invertirlo en aquello que asegura la continuidad del proyecto familiar: decisiones estratégicas tomadas a tiempo, estructuras organizativas eficaces, una cohesión sólida entre generaciones y una visión compartida que oriente el futuro.

 

 

 

 

Fuentes: 

(1) Harvard Deusto

(2) Tactica Practica

(3) Cegid

(4) ProTime

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