El que delibera bien absolutamente hablando es el que se propone como blanco de sus cálculos la consecución del mayor bien ético para el hombre. Aristóteles
Las empresas familiares representan un pilar fundamental de la economía global, siendo responsables de una parte sustancial de la actividad empresarial en numerosos países. Este protagonismo económico va acompañado de una gran responsabilidad: operar con criterios éticos en un mercado cada vez más exigente y transparente.
La ética empresarial es mucho más que un mero principio, es una condición estratégica para asegurar confianza, legitimidad y continuidad.
Actuar con integridad refuerza la relación con clientes, empleados, proveedores y la sociedad en general, a la vez que protege la reputación del negocio. Además, el enfoque intergeneracional propio de las familias empresarias, con la mirada puesta en la transmisión del legado a las siguientes generaciones, hace que la ética se convierta en una palanca esencial de sostenibilidad a largo plazo.
En este escenario, la ética se complementa con otro factor determinante: la capacidad de adaptarse al cambio.
La ética empresarial como sistema de gestión
Los órganos de gobierno de la empresa familiar necesitan realizar una reflexión estratégica sobre las implicaciones éticas de sus decisiones. No se trata únicamente de optar por lo correcto desde un punto de vista moral, sino de evaluar cómo esas decisiones impactan en la sostenibilidad económico-financiera del negocio y en su relación con el entorno, tanto en el corto como en el medio y largo plazo.
Adoptar políticas de compliance, códigos de conducta y marcos ESG significa establecer una guía clara para la toma de decisiones.
- Reducción de riesgos: estructuras éticas sólidas minimizan conflictos de interés, prácticas poco transparentes y litigios.
- Valor de marca y legitimidad: los stakeholders valoran la coherencia entre discurso y acción, lo que refuerza la reputación y la sostenibilidad en el tiempo.
- Eficiencia interna: la confianza generada reduce fricciones en las relaciones contractuales y laborales, optimizando recursos.
Flexibilidad
En paralelo, la capacidad de adaptación y la resiliencia organizacional se consolidan como dos pilares esenciales que permiten a las empresas familiares resistir la adversidad, evolucionar y mantener un liderazgo sostenible.
La resiliencia implica la capacidad de recuperarse, aprender y salir reforzado tras una crisis. Puede tratarse de retos internos, como la pérdida de talento clave o tensiones financieras, o de factores externos: cambios regulatorios, disrupciones tecnológicas o crisis globales.
Las organizaciones resilientes son aquellas que logran mantener la operatividad en tiempos críticos y, además, transforman esas circunstancias en oportunidades de crecimiento. Para ello, resulta imprescindible fomentar una cultura orientada al aprendizaje continuo, la innovación y la flexibilidad en la gestión.
La flexibilidad, a su vez, se traduce en la capacidad de ajustar estrategias, estructuras y procesos de forma ágil frente a nuevos escenarios. No consiste únicamente en reaccionar, sino en anticiparse a las tendencias emergentes y mostrar disposición a innovar.
Las empresas familiares que desarrollan esta competencia cuentan con bases sólidas y mecanismos que se adaptan y que les permiten responder con rapidez y eficacia. Un enfoque que incluye la gestión proactiva de riesgos, con evaluaciones periódicas que permitan diseñar planes de contingencia y minimizar el impacto de potenciales crisis.
- Gobernanza flexible: estructuras de decisión que integren tanto la visión de la familia como criterios técnicos, evitando bloqueos en momentos críticos.
- Innovación estratégica: apertura a la digitalización, la sostenibilidad y la diversificación, siempre en equilibrio con el legado y la cultura familiar.
- Evaluación dinámica del entorno: uso de herramientas de análisis prospectivo para anticipar tendencias regulatorias, tecnológicas y de mercado.
Un plan para la continuidad
La adaptabilidad y la flexibilidad dotan a la empresa familiar de la agilidad necesaria para evolucionar en un entorno cambiante, mientras que la ética asegura la confianza y la legitimidad que sostienen su reputación. La combinación de estos elementos se convierte en la base para garantizar la continuidad del proyecto empresarial, preservando el legado familiar y reforzando la capacidad de competir con visión de futuro.
En Japón Matarí ayudamos a las empresas familiares a incorporar la ética y la adaptabilidad a sus órganos de gobierno, estrategias y planes de sucesión, garantizando la supervivencia, la consolidación de un proyecto empresarial sostenible y con visión de futuro.
Fuentes: (1) Odilo (2) Raed Academy