El conflicto en la empresa familiar y el consenso son dos caras de una misma moneda, se alternan en el tiempo.

De la misma forma que un deportista se exprime en la pista de atletismo y luego tiene que aflojar y descansar para recuperarse, de la misma forma los flujos cíclicos de periodos de paz con otros de conflicto en las organizaciones permiten que esta crezca y se desarrolle. Por tanto, lo primero sería desmitificar el “conflicto” como algo negativo, y asumir que la dinámica diaria es sacudida por los desacuerdos y disputas precisamente para profundizar y seguir trabajando en mejorar los equipos. Y esto es así a pesar del contrasentido, puesto que una situación de disputa obliga a asumir emociones fuertes, resolver malestares físicos, manejar la ausencia de concentración, convivir con disgusto…

Un conflicto en la empresa familiar bien gestionado es una fuente de aprendizaje.

¿Pero cómo viven las empresas familiares el conflicto? ¿Y el resto de empresas en general?

Evidentemente con más conflicto, porque las personas sienten una amenaza personal derivada de la propia identificación con el conflicto y solemos además tomarnos las cosas como algo personal.

Josep Redorta en su libro “No más conflictos” expone los patrones del conflicto en la empresa familiar:

1. ¡Quien se cree que soy! (Auto juicio sobre nuestra autoestima)
2. Nadie me hará cambiar. “La conciliación es un error, tú firmas un contrato de trabajo te olvidas de…”
3. Yo soy así. Que nada ataque nuestra identidad.
4. No lo entendí bien. ¿Problemas de comunicación?
5. Esperaba otra cosa. ¿Cómo gestionamos nuestras expectativas?
6. La culpa es de arriba. Intento de no asumir responsabilidades.
7. No me corresponde a mí. Conflicto por inhibición, o por falta de claridad en procesos.
8. Aquí se hace lo que yo diga. Conflicto de poder, de influencia, ¿Gritamos más de la cuenta?
9. Usted no respeta las normas. Faltar a las reglas de juego atenta directamente .
10. Odio estar a su lado. Falta de química, de empatía… conflicto personal.
11. Usted no puede hacer esto. Conflicto de legitimización.
12. Esto cuesta demasiado. El dinero es siempre un recurso escaso, y la percepción de este también.
13. Esto nos supera. Conflicto derivado de la falta de estructura para acometer proyectos.
14. Ellos siempre van a lo suyo. Refleja el conflicto de intereses.
15. Esto no es justo. ¿Confundimos justicia con equidad?

Si reflexionas sobre estos puntos quizás puedas entender los conflictos en las empresas familiares, y mirar un poco entre líneas, más allá de los que se nos presenta “delante de nuestra nariz” y comprender lo que la situación requiere. Porque justo eso es lo que el conflicto señala, la carencia o exceso de algo que impide que todo ruede sobre ruedas.

Digamos que un conflicto en la empresa familiar es un desafío personal a nuestras creencias, percepciones o incluso ideología, es un desafío a mirar dentro de nosotros a ser coherentes y honestos a la hora de respondernos las siguientes preguntas:

• ¿Somos la persona adecuada para intervenir?
• ¿Estamos preparados para intervenir?
• ¿Qué riesgos quiero/puedo asumir?
• ¿Qué expectativas tengo?

Pero también es un desafío para la organización, para el conjunto de personas que la integran y sus líderes.

Hemos visto en empresas familiares la no existencia de conflictos, y de verdad que es tan poco halagüeño como el conflicto exacerbado, porque no hay mayor conflicto que la negación de este y la adaptación permanente ignorando el proceso natural de: “consenso-  conflicto- consenso” crea una tibia atmósfera casi mortecina que daña y empobrece tanto o más que el conflicto abierto.

Algunos consejos que Josep Redorta nos da para evitar el falso consenso:

1. Gestionar las diferencias.
2. Abolición de procedimientos que reducen el conflicto.
3. Establecer derecho a defender el propio punto de vista.
4. Evitar estereotipos y abuso de autoridad.

Espero que sirva…

Auxiliadora de Cárdenas

Consultora en Japón Matarí