¿Por qué es importante tener un plan estratégico en la empresa familiar?
Un plan te marca el camino para pasar de una situación A a una situación B. Si además te dice cómo hacerlo por el camino más eficiente se convierte en un plan estratégico.
Así que su necesidad parece bastante obvia, según la definición que hemos hecho no podrás conseguir tus objetivos sin él.
Pero, ¿cómo consiguió el fundador de la empresa hacer todo lo que hizo?, ¿tenía un plan estratégico o era simplemente un genio que no lo necesitaba porque su “don” especial le permitía acertar siempre?
¿Es que antes no hacían falta y ahora sí?
La complejidad del plan estratégico en la empresa familiar depende de su grado de madurez
No es lo mismo una empresa familiar de primera generación en sus primeros años de actividad con pocos o ningún empleado, que una que está en segunda, tercera o cuarta generación y ya ha conseguido hacer crecer la empresa. Probablemente hasta tenga una estructura considerable.
El plan estratégico de una de las primeras, las de primera generación, existe. El fundador (el emprendedor en ese momento) tiene un plan en su cabeza, ha tenido una idea de negocio y la está desarrollando, conoce las estrategias que ha de poner en práctica y las implementa día a día.
Vamos a llamar Enrique a ese emprendedor, es más fácil hablar de él si le damos un nombre y además se lo merece, ¡es un luchador nato!
Enrique no necesita plasmar su plan en papel, una de sus grandes ventajas competitivas es la flexibilidad. Es capaz de cambiar su rumbo en una tarde si se convence de que necesita hacerlo.
Tiene control total sobre las estrategias y tácticas que debe seguir para conseguir su objetivo. Es persistente, se equivoca mucho y corrige más.
Con el tiempo Enrique acierta más que falla y consigue hacer crecer la empresa. Tiene que involucrar a más personas, la complejidad aumenta y, de repente, la flexibilidad decrece. La capacidad de ejecución de su empresa ya no solo depende de él, hay otras personas que ejecutan y se da cuenta de que los cambios ya no son tan fáciles de implementar como antes.
Él mismo está cambiando, ya no es un emprendedor unipersonal tratando de sacar adelante lo que hoy se llamaría una startup. Está convirtiéndose en un empresario que tiene que gestionar unos recursos para conseguir sus objetivos. Las cosas a su alrededor se hacen más y más complejas.
Para no añadir más suspense te diré que, al final, Enrique tuvo éxito, consiguió hacer crecer su empresa, convertirla en algo grande que da trabajo a bastantes personas y que le permite disfrutar de un patrimonio que gestiona de manera brillante.
No solo ha conseguido el éxito empresarial, también convirtió su startup en una empresa familiar que hoy está en su segunda generación. Su familia se ha integrado en la gestión y ejecución de la empresa a distintos niveles mientras él disfruta de un merecido retiro.
El plan estratégico de Enrique
¿Pero qué fue lo que consiguió que Enrique diera el salto? Le dejamos con un problema serio de ejecución y unos años más tarde parece haber conseguido casi todo lo que se proponía.
Bien, esto es lo que pasó:
Cuando vio que las cosas en su startup se empezaban a complicar Enrique supo buscar ayuda. A pesar de su necesario individualismo e iniciativa siempre fue capaz de entender cuando se enfrentaba a problemas para los que no tenía la suficiente experiencia.
Así que eso fue lo que hizo, habló con amigos y conocidos sobre su problema, la solución no era obvia pero supo articular la situación de forma clara de esta manera:
Su pregunta era: ¿cómo consigo alcanzar mis objetivos de empresa si las personas que trabajan conmigo no parecen capaces de hacerlo y no tengo todos los recursos que necesito?
Enrique tenía los mimbres necesario: tenía objetivos claros (algo que no siempre pasa) y disponía de los talentos y capacidades de personas dispuestas a aportar su energía y buen hacer.
Discutiendo el problema con distintas personas cayó en la cuenta de que lo que necesitaba era poner en limpio su plan estratégico, ese que Enrique siempre había tenido en la cabeza pero no había salido de allí. Y no solo eso, también necesitaba discutirlo con sus colaboradores, hacerles partícipes de él, consensuarlo con ellos para que sus objetivos se convirtiesen en objetivos conocidos y comunes a todos los miembros de su empresa.
Y se puso a ello, tuvieron varias sesiones y el plan no solo salió de la cabeza de Enrique sino que se mejoró y amplió. Ahora tenían una visión y una misión compartidas así como objetivos comunes que sabían cómo alcanzar.
Si las circunstancias hacían necesario un cambio en la estrategia de la empresa se reunían para discutirlo y encontrar la mejor forma de hacer frente a la nueva situación. Todo iba bien.
Nuevos retos y cómo afrontarlos: expandiendo el plan estratégico en la empresa familiar
Con el tiempo el plan estratégico se iba quedando corto. Enrique seguía su camino vital y llegó un momento en el que no solo estaba su empresa sino que también la familia empezaba a formar parte integrante de ella. Para gestionar esa integración y seguir teniendo una empresa competitiva se hacía necesaria alguna forma de gobierno que no tenía.
Además el patrimonio de la empresa crecía. Eso era una buena noticia pero no dejaba de ser una encrucijada más a la que Enrique se debía enfrentar. Ahora tenía también que gestionar su patrimonio y asegurar de que se convertía en un recurso más no en una fuente de conflictos.
Así que Enrique volvió a hacer aquello que siempre le había funcionado. Volvió a hablar con gente experta en situaciones como la suya. Era la primera vez que él se enfrentaba a problemas de este tipo pero estaba seguro de que su problema no era único.
Encontró a las personas adecuadas y le hicieron ver que lo que ahora tenía por delante no era solo la gestión de una empresa sino la gestión de un sistema, algo muy intrincado que necesitaba un tipo de gestión diferente porque estaba compuesto de tres elementos, cada uno con su idiosincrasia propia pero que interrelacionan entre sí para producir, o no, resultados.
El sistema compuesto por la familia, la empresa y el patrimonio.
Así que su plan estratégico evolucionó, pasó de ser un plan que cubría solo las necesidades de su empresa para englobar también las de su familia, las de su patrimonio y la relaciones cada vez más complicadas que brotaban entre ellos.
Como ya sabes Enrique lo consiguió. Estableció un plan integral familia – empresa – patrimonio que además tenía en cuenta cómo ejecutar una sucesión exitosa.
Conclusión
Cada empresa familiar y cada familia empresaria está en un momento determinado de su desarrollo con necesidades de planificación distintas.
El plan estratégico es siempre necesario, su grado de complejidad, de visibilidad y la cantidad de áreas a incluir crecen a la vez que crece la complejidad de la empresa, su grado de integración con la familia y su patrimonio.
La clave es saber encontrar el apoyo de expertos que te aconsejen sobre lo que necesitas en cada momento. Es muy difícil tener una visión global cuando estás involucrado en la gestión del día a día y la ayuda de personas que ya se han enfrentado a situaciones similares es fundamental.