Hoy quiero traeros a este espacio algunos datos objetivos sobre la situación de las empresas familiares andaluzas.
Son muchos los empresarios que nos preguntan acerca de dicha situación, de alguna manera porque las referencias que les aportemos le dan una medida certera del punto en el que ellos mismos se encuentras, y puede que también, el dato les sirva como reto para entrar y plenamente asumir que son “empresa familiar” con todo lo que ello conlleva.
Porque hay una cuestión, una especie de falsa modestia o a veces también complejo de inferioridad en creer que si no sales en los medios, o no te publicitas, o no tienes un yate en la playa, o no tienes tal o cual master… pues tu empresa es una “empresita cualquiera” que no merece aspirar a ser gestionada y enfocada como las grandes empresas.
Pues no, no y no! Nosotros nos revelamos y admiramos a esos empresarios que han luchado toda la vida por mantener y hacer crecer su actividad aportando creación de valor y puestos de trabajo de forma local, porque ninguna gran empresa se creó ya grande, quizás el punto de inflexión para sumir la capacidad de crecimiento está en aceptar que aun siendo pequeños podemos gestionarnos como grandes y en algún momento aparecerán estas oportunidades que no harán más que refrendar esa decisión interna de superar el complejo de inferioridad.
Vayamos a los datos:
¡En Andalucía las empresas familiares se constituyen como empresas de trabajo familiar! ¿Eso qué significa? Pues que se crean para dar trabajo a la familia y lo demuestra el siguiente gráfico:
Porcentaje de accionistas o partícipes familiares que trabajan en la empresa familiar
Fuente: Red de cátedras de empresa familiar en Andalucía.
¿Qué significa esto? Pues que los empresarios que quieran pensar “a lo grande” tiene un reto por delante de tamaño inversamente proporcional a la capacitación y preparación de los familiares empleados en la compañía. Es decir, si los equipos familiares están preparados y tiene la formación necesaria para asumir responsabilidades, el reto de pensar en grande es menor, ya que el tiempo, las circunstancias y el propio proceso de sucesión van a demandar la profesionalización de estos equipos.
Por el contrario, empresas que estén funcionando como ONG de trabajo, donde se integran familiares que han renunciado a la formación, o se cubren puestos de responsabilidad con familiares no cualificados para dichos puesto, aunque vivamos más tranquilo porque sentimos que su lealtad nos protege de la envidia y malicia ajena, al final se volverá en nuestra contra, pues esto representa un “techo de cristal” que impedirá a la empresa crecer y quizás sobrevivir a la sucesión.
Por tanto, un primer objetivo para las empresas andaluzas sería hacer esa reflexión interna y elegir en qué liga quiere jugar y después preparase para afrontar las oportunidades que seguro van a llegar, siempre pensando en el largo plazo.
Por cierto, te dejo otro dato, ¿sabes cuál es la media de antigüedad de nuestras pymes familiares? Pues según este informe de 31.5 años (superior a las no familiares que se encuentran en un 26%).
¡Esto quiere decir que muchas de nuestras empresas andaluzas están al borde de la sucesión, ya que están siendo gestionadas por equipos directivos de entre 58 y 65 años de edad, la crisis está remitiendo y hay otro ambiente económico. ¡Ahora queda esperar y ver cuántas de ellas están enfrentando el reto de la continuidad!
Si estás leyendo este post, y tienes empresa familiar seguro que para ti la reflexión sobre en qué liga quieres jugar es algo así como los pensamientos recurrentes que todos tenemos, es la música de fondo que suena en lo más profundo y que te hace confrontarte diariamente sobre cómo iniciar el proceso de “ser grande”, mi consejo es que adoptes decisiones típicas de “las grandes”, como dejarte asesorar por expertos, que sepan ver y detectar dónde se esconden esas oportunidades y por supuesto, esos obstáculos para poder construir un plan exitoso de futuro.
Consultora en Japón Matarí
