Plantearse esta pregunta es un buen síntoma, significa que hay preocupación por el futuro de la empresa familiar y eso ya es un gran paso adelante.
Normalmente las urgencias del día a día disimulan los grandes problemas, el pensamiento dominante es que bastante hay con ir apagando fuegos y conseguir que las cosas funcionen.
Pero la empresa familiar tiene una vocación de perdurabilidad y eso hace que, inevitablemente, tenga que pasar por crisis de sucesión y solucionar problemas únicos que nacen de la interrelación entre los 3 pilares fundamentales de este tipo de empresas: la familia, el patrimonio y la misma empresa.
Desde el tener que afrontar una sucesión imprevista (las desgracias ocurren), pasando por cómo incorporar, o no incorporar, a familiares en la empresa hasta decisiones acerca de qué gastos de procedencia familiar debe pagar, o no pagar, la empresa o el patrimonio familiar.
Muchas y muy variadas decisiones que son características de la empresa familiar y que no tiene que afrontar la empresa convencional. La forma de afrontar estas decisiones marcará el futuro de la empresa familiar.
Y en este contexto es donde se suele plantear la conveniencia de hacer un protocolo familiar, o de plantear un plan de sucesión. Se mira a estas dos herramientas como la panacea que debe eliminar estos problemas
Demasiadas regulaciones pueden ser peligrosas
Antes de pasar a valorar cual de estas dos herramientas (protocolo familiar o plan de sucesión) pueden servir mejor los intereses de la empresa, hablemos un poco del fin que se busca al implementar herramientas de este tipo.
La situación inicial suele ser de falta de regulación, no existen normas ni reglas que nos digan de qué forma afrontar problemas de sucesión, de integración de familiares en la empresa o de gestión del patrimonio. Desde esta posición lo lógico es pensar que la solución está en crear esas reglas. Crear la ley.
Parece lógico, y lo es.
Pero el gran peligro es pasar de un extremo a otro, los legisladores saben bien que no es posible prever todos los posibles casos a los que una ley se va a tener que enfrentar durante su vigencia. Aún así se cae a menudo en el error de tratar de poner todos esos posibles casos por escrito, de tratar de imaginar cada una de las situaciones posibles y la solución para cada una de ellas.
Siguiendo este método nos movemos de un extremo a otro y creamos leyes muy completas pero que nadie puede conocer en detalle, con lo que se genera desconfianza hacia ellas y no se alcanza el objetivo que nos habíamos propuesto, posiblemente se alcance el objetivo contrario.
Las leyes, las normas que queremos definir, no son la solución. O al menos no son la única solución. El verdadero valor está en el proceso de elaboración, en la capacidad de hacer las preguntas adecuadas y en la habilidad para alcanzar consensos en la búsqueda de respuestas.
Tenemos que poner el foco en el proceso de creación de la norma que perseguimos más que en la norma en sí misma. Para que una norma, una ley o una regla sea útil, debe ser conocida y aceptada por las partes implicadas en su cumplimiento.
El plan global familia-empresa
Una vez hemos establecido que la importancia siempre está en el proceso y nunca en la herramienta, hablemos de qué herramienta utilizar.
Pero tengamos en cuenta algo importante: el cambio es inevitable.
Lo es en todos los aspectos del mundo en el que vivimos, y por lo tanto lo es también en la empresa familiar, que tiene la vocación de perdurar.
Y además sabemos que no hay posibilidad de crear normas que prevean todos los posibles cambios, o al menos que no es práctico.
¿Cuál es la solución entonces?
Pues verás, nuestro enfoque parte del hecho de que, lo que solemos llamar, empresa familiar, es en realidad un sistema compuesto por la familia, la empresa, el patrimonio y todas las relaciones que se establecen entre estos componentes.
Tienes que dotar al sistema de la habilidad de corregirse a sí mismo, de aprender. No se trata de aplicar soluciones parciales a los problemas que van apareciendo sino más bien de establecer los mecanismos adecuados para que cada problema tenga un órgano de gobierno en el que tratarse.
Nosotros lo llamamos plan global familia empresa y lo tratamos en este artículo.
La importancia de la asesoría externa
Vaya por delante que nosotros somos una asesoría externa de empresas familiares, pero creemos que entenderás que un sistema no puede diagnosticarse desde dentro.
Hay demasiadas visiones parciales, demasiados intereses cruzados y lecturas interesadas.
Nos elijas a nosotros o elijas a otros consultores, te rogamos encarecidamente que no te autodiagnostiques y recurras a figuras externas, y por supuesto expertas en situaciones similares, para ayudarte a elegir el camino más adecuado para tu empresa familiar.